miércoles, 10 de junio de 2009

HÉRCULES Y EL CARRETERO.






Un carretero conducía su carro muy cargado por un camino lleno de barro. De pronto las ruedas se hundieron de tal manera que ni el esfuerzo de los caballos conseguía desatascarlas.

El hombre se quedó sin hacer nada, y de vez en cuando invocaba a Hércules para que lo ayudase. Al fin fue el mismísimo dios quien se presentó ante el y le dijo:

.- Hombre, cuando arrimes el hombro a la rueda y espolees a tus caballos, entonces podrás llamar a Hércules para que te ayude. Si no eres capaz de mover un dedo para ayudarte a ti mismo, no esperes que ni Hércules ni nadie acuda a socorrerte.

El cielo ayuda a los que se ayudan a sí mismos.

Esta vieja fábula nos enseña que el único trabajo fructífero es el que hacemos nosotros mismos.



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