El niño quiso ser pez; metió los pies en el río,
estaba tan frío el río, que ya no quiso ser pez.
El niño quiso ser ave; se asomó al balcón del aire,
estaba tan alto el aire, que ya no quiso ser ave.
El niño quiso ser perro; se puso a ladrar a un gato,
le trató tan mal el gato, que ya no quiso ser perro.
El niño quiso ser hombre; empezó a ponerse años,
le estaban tan mal los años, que ya no quiso ser hombre.
Y ya no quiso crecer, no quería crecer el niño,
se estaba tan bien de niño, pero tuvo que crecer.
Y una tarde, al volver a su placita de niño
el hombre quiso ser niño, pero ya no pudo ser.
Manuel Benítez Carrasco
estaba tan frío el río, que ya no quiso ser pez.
El niño quiso ser ave; se asomó al balcón del aire,
estaba tan alto el aire, que ya no quiso ser ave.
El niño quiso ser perro; se puso a ladrar a un gato,
le trató tan mal el gato, que ya no quiso ser perro.
El niño quiso ser hombre; empezó a ponerse años,
le estaban tan mal los años, que ya no quiso ser hombre.
Y ya no quiso crecer, no quería crecer el niño,
se estaba tan bien de niño, pero tuvo que crecer.
Y una tarde, al volver a su placita de niño
el hombre quiso ser niño, pero ya no pudo ser.
Manuel Benítez Carrasco
4 comentarios:
Qué lindo poemita y en verdad la niñez es la época más tierna de la vida, cuyas responsabilidades nos "parecen" (pero de volver a ser niños veríamos que no es cierto) tan pequeñas que desearíamos volver. Un gran abrazo
Precioso y que ese niñ@ que llevamos dentro nunca deje de imaginar.Felicidades.
Un besito para mi niña.
Me ha encantado el poema, que bonito y que cierto. Cuando eres niño sueñas con ser un montón de cosas, y cuando dejas de ser niño, sueñas con volver a serlo. Ahí es donde realmente sueñas imposibles.
Un abrazo
Encantador blog el tuyo, un placer haberme pasado por tu espacio.
Saludos y un abrazo
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