Cuentan que en tiempos de Carlos III, en el año 1759, una grave epidemia de peste asoló la ciudad de Málaga, pereciendo un gran número de personas.
La debilidad de los supervivientes hacia difícil el celebrar rogativas, para implorar el fin de la epidemia y por ello ese año, no podían celebrar procesiones en la Semana Santa
Uno de los lugares en los cuales la enfermedad no había atacado con tanta virulencia era la prisión. Los reclusos, sabedores de lo que sucedía fuera de los muros en los que se encontraban privados de libertad, pidieron al director de la cárcel sacar en procesión por las calles de Málaga la venerada Imagen de Nuestro Padre Jesús titulado "El Rico" que estaba en un convento cercano.
Ante la negativa de la Autoridad, por el fundado temor a que los reclusos pudieran aprovechar la circunstancia para evadirse, éstos se sublevaron, y tras amotinarse escaparon de la cárcel. Pero ante la sorpresa de todos, se dirigieron al convento donde tomaron la imagen del Nazareno y la sacaron en procesión por las calles de la ciudad, cumpliendo con la promesa de realizar la procesión solicitada.
Tras la misma, depositaron al Cristo en el convento nuevamente y volvieron a sus respectivas celdas sin aprovecharse de sus horas de libertad.
Regresaron, tal y como habían prometido, todos menos uno de ellos que lo hizo al día siguiente, portando una cabeza de San Juan Bautista Degollado, que colocó junto a la cama de un compañero, también preso, que se encontraba enfermo, y que, al igual que el resto de la población de Málaga, sanó a los pocos días del suceso.
El Rey, conmovido ante la generosa acción de los presos, dictó un Decreto por el cual, decidió dar la prerrogativa a ese Cristo de que cada año, cuando saliera en procesión y pasara por las puertas de la prisión (Aduana), éstas se abrirían para dejar salir a uno de los presos, libres de toda culpa para siempre, tras la procesión de "El Rico" se le concedería la libertad al recluso.
Esta tradición se ha mantenido hasta nuestros días, y S.M. Don Juan Carlos I , sigue firmando el Decreto de Libertad cada año.
Acompañando el preso, durante el recorrido procesional a "El Rico" por las calles de la ciudad, tras una solemne ceremonia en la sede de la Subdelegación del Gobierno, en la que se le lee al preso el Edicto de Libertad y, lo que es más importante, recibe arrodillado la Bendición de Nuestro Padre Jesús , merced a que es una talla que presenta su brazo derecho articulado.
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