Se cuenta que en un pueblo del interior, un grupo de personas se divertían con "el tonto del pueblo", un pobre infeliz de poca inteligencia, que vivía haciendo pequeños mandados y recibiendo limosnas.
Diariamente algunos hombres llamaban al "tonto" al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 50 centavos y otra de menos tamaño, pero de 1 peso. El siempre escogía la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos.
Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, lo llamó aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos y éste le respondió:
-Lo sé, no soy tan tonto...., vale la mitad, pero el día que escoja la otra, el juego se acaba y no voy a ganar más mis monedas.
Esta historia podría concluir aquí, como un simple chiste, pero se pueden sacar varias conclusiones:
- Quien parece tonto, no siempre lo es.
- ¿Cuáles eran los verdaderos tontos de la historia?
- Una ambición desmedida puede acabar cortando tu fuente de ingresos.
- Podemos estar bien, aún cuando los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros. Por lo tanto, lo que importa no es lo que piensan los demás de nosotros, sino lo que uno piensa de sí mismo.
"El verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser "tonto" delante de un "tonto" que aparenta ser inteligente".
1 comentario:
Ahi como es verdad esto que tu dices: a veces me pasa a mi en la vida cotidiana. Cuando una persona me cae mal(sobretodo al trabajo) no hago nada pero nada por parecer inteligente, a parte que cuando uno tiene calidades nunca tendrìa que monstrarlas como trofeo!
un abrazo de Italia!
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