En un pueblo muy conocido de una provincia española muy conocida, se encontraba situado un famoso cortijo conocido por el nombre de "Muchopán", debido a que en esa hacienda era donde se amasaba y cocía todo el pan del pueblo.
Un día, el dueño de la finca, don Rafael, se tuvo que trasladar a la capital para cumplir con determinadas obligaciones fiscales.
Por tal causa, llamó a su capataz, el "Tio Zoponcio" , y le dijo:
.- Zoponcio, hoy salgo para la ciudad y tú te quedarás al cargo de todo. Lo que tu mandes, será como si lo mandara yo; y lo que a ti te hagan , será como si me lo hicieran a mi ¿Entendido?.
.-Zi zeñó-, respondió el capataz muy seguro-. Lo he entendio la mar de bien.
El amo del cortijo, aunque no muy convencido, por conocer muy bien al Tio Zoponcio, se marchó a la capital a realizar sus gestiones.
Al cabo de dos o tres días, regresó don Rafael, llamó a su capataz y le preguntó:
.-¿Que tal? ¿Cómo ha ido todo?
.-Mu bien, don Rafaé; mu bien. Pero a usté le han dado dos bofetadas en toda la cara.
.-¿A mí?-. Preguntó extrañado el amo.
.-Zi zeñó, porque el berraco eze de Julián me atizó dos tortas porque lo obligué a jacé una faena. Y no solo se negó, sino que ademá me dió dos bofetá. Y como usté me dijo que lo que me jicieran a mí, es como si se lo jicieran a usté, pues si amí m'an dao dos tortas, tambien se las han dao a usté.
A lo que don Rafael, respondió :
.- Pues llevas razón, Zoponcio. Es verdad que a mí tambien me han dado dos tortas pero ¿sabes lo que te digo?:
"que ahí me las den todas".
J.J.García Lepe
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