Buscando un sufijo para mi vida,
que indique proximidad,
voy trasteando rincones,
en los cajones de mil armarios
llamo a menudo al solitario,
que me acompañe hasta el final.
Acostumbro a sentarme en la luna
y grito poemas de amor mutilados,
construidos con adobe del pasado,
sin destino ni esperanza alguna.
¿Que sabio es el que aconseja
si estás en la encrucijada,
hacer caso a tu cabeza,
si es tu corazón quien manda?
Amarrando momentos fugaces,
con cordón de azúcar glasé,
hago piruetas febriles,
para tornar en abriles,
los diciembres , los eneros,
u otros meses pasajeros,
de este avión tan singular.
¿Que sabio es el que aconseja
hacer caso a tu cerebro
si estás en la encrucijada,
rodeado de recuerdos?
Buscando entre la basura,
pétalos de rosas blancas,
con la inocencia tan pura,
y esa plegaria que dura,
desde la noche hasta el alba,
con un pellizco sereno,
deseoso de lo ajeno,
enredado en un ovillo,
que en una olla de grillos,
duerme si yo lo condeno.
¿Que sabio es el que aconseja
si está en la encrucijada,
hacer caso a tu cabeza,
si es tu corazón quien manda?
¿Que sabio es el que aconseja
hacer caso a tu cerebro
si estás en la encrucijada,
rodeado de recuerdos?
Juan Rios Sanagustín.
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