A la mañana siguiente, la niña regaló a su padre la caja envuelta y le dijo:
- "Esto es para ti, papi".
El se sintió avergonzado, pero cuando abrió la caja y la encontró vacía, otra vez gritó con ira:

- "¿Acaso no sabes que cuando se le da un regalo a alguien se supone que debe haber algo dentro?"
La pequeña lenvató el rostro y con lágrimas en los ojos le dijo:
-"¡Oh, papi, no está vacía! Yo soplé besos dentro de esa caja y todos son para ti."
El padre se sintió morir; rodeó con sus brazos el pequeño cuerpo de su hija y le suplicó que lo perdonara.
Dicen que el hombre guardó esa caja dorada cerca de su cama por años y que siempre que se sentía derrumbado, tomaba de ella un beso y recordaba el amor que su hija había depositado ahí.
De alguna forma, cada uno de nosotros hemos recibido alguna caja llena de amor incondicional y de besos de nuestros hijos, amigos, familia... Nadie podrá tener una propiedad más preciada que ésta.
Todos nosotros la tenemos pero...¿NOS DAMOS CUENTA?.
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